Ámbar
–
No estoy enamorado.
–
¡Ay! ¿Qué es eso?
–
No siento amor. Yo quería sentirlo también, pero no me ocurre.
–
¡Ay! ¡Basta! ¡Me duele! ¡No puedo moverme! ¿¿Qué está
pasando?? ¿me rompo? Entra mucho frío ¿Dónde estoy?
–
Pero te tengo muy cerca de mi corazón.
–
¿Qué? ¡ay! ¿Me hablás a mí? Todo es tan vítreo y… naranja
¿Podés oírme? ¿hola? ¡¡¿hola?!! ¡Me estoy cortando y me duele! ¿Podés
decirme qué estoy haciendo aquí? ¡Eh! ¡eh! ¿Podés oírme?
¡hola! ¡¡hola!! ¡eh! ¡¡eh!! Es inútil ¡Cómo va a escucharme
si ni siquiera puedo mover mis labios para hablar! Me pregunto qué es este lugar, y desde
cuándo estoy aquí. No puedo recordarlo.
–
Y admiro mucho tu personalidad.
–
¡Ay! ¡¡Basta, por favor!! ¿Qué estás haciendo? ¡Uf! ¿podés
terminar con esto? ¿Qué le pasa a este grandulón? ¿No se da
cuenta de que me quiebro cada vez que habla? Quisiera saber cómo fue
que llegué aquí. Todavía no me lo explico. Tampoco recuerdo dónde
estaba antes. Dónde… Aunque no puedo moverme siento un balanceo,
un vaivén sutil, ¿qué será? ¡Oh, no! No, no. Ya sé dónde
estoy ¿Por qué? ¿Cómo pasó? Estoy exactamente en este mismo
lugar. Es cierto, estoy muy cerca de tu corazón. Mis brazos están
exactamente en este mismo lugar, alrededor de tu cuello. Aquí me
dormí, lo recuerdo. Al calor de tu piel. Sentí mi alma llegar a un remanso ¿Cómo
pude estar tan equivocada? Me sentía tan plena y feliz que nunca
noté lo que estaba ocurriendo. Ahora cuelgo aquí, cual amuleto
¿Cuánto tiempo llevo aquí?
–
Pero cuando nos conocimos, eso no fue un error.
–
¿Y si me quedo acá? Yo me siento bien cerca de su corazón, mientras no me diga esas
cosas. Pero ya las dijo, no estoy en su corazón, y este estado de cristal promete seguir
resquebrajándome hasta terminar conmigo. Bastaron esas palabras
para despertarme, para empezar a fragmentarme. Pero, ¿y si no sabe
amar? Quizás necesita tiempo. Pero, ¿y si sí sabe amar? ¿qué
amores vivirán en él? ¿será capaz de retirar su yo? Siempre logra
sorprenderme, no lo sé. Pero, ¿con semejante ego, con tamaña
inseguridad? ¿con toda esa cultura pujante? Y, ¿qué más da? No lo
siente. Sea el que fuere su amor, no lo siente. Y yo aquí, presa.
Presa de una admiración que me arrebata mi más vulnerable
humanidad, me arrebata cualquier cuidado que necesite que me arrope.
Una admiración que sabe a premio consuelo, y no me consuela para nada. Tengo que hacer algo, pero no sé qué. No soy un amuleto de la
suerte, o piedra preciosa con la que hacer el negocio de tu vida o
salir a presumir. Debo irme. Si tan solo pudieras ver cuán vieja es
mi alma, sabrías que no hay tiempo que perder, que no puedo esperar
para descubrir cada sendero de nuestros pies podrían caminar juntos. Pero si
es verdad que no me amás, entonces deberé soltarme al vacío. Sí,
ya, hacerme añicos, y liberarme de este estado sólido y resinoso en
el que me metí, o me metiste. Ya ni eso sé ¡Qué pena tan grande!
Odio que esto sea así. Apenas me creo lo que
voy a hacer... Ambos merecemos sentir amor, y de eso no tengo dudas.
Pero no quiero estar allí cuando llegue tu momento de amar, aún no
soy tan mártir como para soportarlo. Ah, voy a extrañar por siempre
este olorcito tan rico de tu cuello, el calor de tu piel suave ¡Basta!
Debo concentrarme, por mí, por vos, por nosotros. Cuando mis manos se suelten
caeré, y no sé qué será de mí ¡Qué miedo! Confío en que mi
alma sabrá esconderse exactamente allí donde jamás la buscarás.
Allí donde solo buscarías si has perdido la razón. Confío en que
ocurrirá lo mejor. Adiós, amor. Sí, bien digo amor. Porque para mí fue amor, un amor diferente. Un amor tan diferente que casi casi se parece
a vos.
28-06-18
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