Dragona

Entramos de urgencia al Instituto Central de Medicina. Lo último que recuerdo es la voz de Yudith diciéndome: Amiga, ¿estás bien?. Estoy aturdida en una silla de ruedas que vuela, a la que mis manos se aferran con instinto de supervivencia. Entre mis piernas, un escalofriante mar rosa. Apenas entiendo lo que sucede, siento el frío y lo metálico del momento, mientras decenas de puertas se abren delante de mí. Siento un dolor agudo, brutal, que de tan fuerte parece surrealista. Todos los colores brillan como queriendo decir algo. ¿Y mi beba? balbuceo. En un mareo difuso siento el ataque de agujas que me pinchan. Estoy en una camilla y me conectan sondas y cables hasta lograr asemejarme al instrumental del lugar, con lo único que tengo un lazo real allí. Huelo ese olor impersonal de hospital, lloro y pregunto de nuevo por vos. Muero de miedo y te abrazo hasta donde las sondas y el dolor me dejan. Siento que te pierdo, mi amor. Rostros y fluorescentes que me miran, se miran entre sí, me vuelven a mirar. Caras de horror, caras de preocupación. Una mujer abre los ojos como si hubiera visto un fantasma y se cubre la boca con la mano. ¡Es que no hay tiempo, inconscientes! grita el único enfermero que me pedía que estuviera tranquila. En nuestro abrazo me duermen.
Con un sabor de octava cero en la garganta, abro los ojos de a poco. ¿¿Dónde está mi beba?? ¿¿Cómo está??grito como puedo mientras toco todo mi cuerpo. Un hombre me está hablando. Así que no se preocupe por nada, usted está fuera de peligro. Estamos estudiando qué fue lo que pasó, y por supuesto nos encargaremos de eso para que no tenga que preocuparse. Ese desarrollo inusual fue lo que precipitó la ruptura de bolsa. Por suerte intervenimos a tiempo antes de que su vida corriera peligro. Ya hay expertos trabajando en el asunto y yo personalmente me encargaré de que esto quede en total confidencialidadme explica con voz de candidato a jefe de residencia.
Una figura pasa caminando y de repente lo veo, un ser inentendible. Todos los músculos de mi cara deciden contraerse en ese instante. ¿Pero qué es eso?¿qué pasó?¿es ella?pienso mientras mis ojos intentan llegar a aquella habitación contigua. Verde. Con escamas hasta la cola y pintas amarillas, dormís enrolladita en una suerte de incubadora del doble de tamaño normal. Respirás. El hombre me sigue diciendo: Lo que aún no nos explicamos es cómo fue posible que algo así viniera de usted, que es una persona normal. Es un ser que potencialmente es un peligro para la vida de todos nosotros, y quién sabe lo que podría haber ocurrido con este engendro escupefuego fuera de control. Justo un segundo antes de sentirme mal por haber hecho o no quién sabe qué cosa, siento tu respiración, siento tu dormir calmo y confiado, lo miro y lo interrumpo: Pero yo la quiero igual.

16-06-2018

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