Manifiesto fugaz desde el Entre
Foto: Bárbara Guevara |
Para
algunas criaturas como yo, la Otredad ha sido tan importante, a veces
por demás, a veces casi soberana. Y quien supo abrir la octava casa
como yo, reconoce su voz desde el interior, demandante hasta el
infinito. Sí, aquí está una vez más, y también aquí, mi
respuesta. ¿Por qué? Porque no pienso soportar esto más que esta
única vez, y porque por momentos el afuera se parece demasiado al
adentro.
Algunas
criaturas no podemos ir por la vida como coleccionistas. El hecho de
creer que podemos “todo” de algo es sinónimo de un flujo
incontrolable de energía en una única cosa. Y creo que lo saben: es
otra de las diferentes formas de morir en vida. Con lo que tuve que
aprender la in-completud, soportarla, y hasta por momentos olvidarla.
Le dejaré a otras personas la tarea de saber todo, coleccionar todo.
Todo de lo que sea: todos los discos de cualquier artista que me
gusta, todas las noticias de un país, todas las moléculas
involucradas en un proceso, todas las historias clásicas, todos los
objetivos básicos de vida, todos los pormenores de las cosas que
hago e hice, los detalles de todas las canciones que canté, los
nombres de todos los familiares de mi árbol, las calorías de todos
los alimentos que ingiero, todas las guerras, de antes y de hoy,
todos los cumpleaños de la gente que amo, todas las personas que
viven en mi edificio, la lectura de todos los libros que duermen en
mi biblioteca, la conciencia de todos los objetos que guardo como
recuerdos de quién sabe qué, todas las olas de todos los
feminismos, todos los regalos que debo, todas las constelaciones
visibles desde mi ventana, todas las tablas de multiplicar, todas las
veces en las que lastimé a quienes me querían, todas las posiciones
del kamasutra, todos los mandalas que me imaginé dibujando, todas
las veces que no dudé en gastar los ahorros que juré cuidar, todos
los cursos que jamás terminaré, todos los lugares donde encontraré
del mejor precio para todos los productos que recuerdo consumir,
todos los conciertos a los que fui, todas las ocasiones en las que
afirmé que no volvería al gimnasio, todos los insectos que maté,
cómo funcionan todos los programas que tengo en todos mis
dispositivos, todas las drogas que no me conviene probar, todos los libros de historia del arte que le robé a mi papá, todos los
vencimientos de todos mis servicios, todos los modelos científicos
que uso a diario, todas las personas en las que no debería haber
confiado, para qué sirven todas las herramientas que tengo en casa,
todas las veces en que temí por mi vida en la calle y en mis
pesadillas, todos los teoremas que alguna vez estudié, todas las
escalas musicales, todas las veces que cronometré la llegada del
ascensor y lo que tardaba fumando un cigarro, todos los dolores y
rarezas que prometí llevar al consultorio médico, todas mis
mascotas, todos los nombres de quienes compartieron clases conmigo,
todos los museos en los que fui feliz, todas las fuentes de la
información que recibo, todos los esmaltes que ya es hora de
descartar, todos los rostros y los nombres de las personas agradables
con quien conversé por horas, todas las palabras de los idiomas que
uso, todos los nombres de la flora y la fauna que me rodean, todas
las cosas que debería haber hecho y esperan agazapadas el momento de
atacar, todos los etcéteras que a alguien se le puedan ocurrir. Ni
siquiera recordaré todas las veces que me rompieron el corazón. Se
lo dejaré todo a quienes aman el todismo, a quienes encuentran en él
un estímulo. Están aquí y allí, haciendo muy bien su labor.
Y es
que lo que se juega es mi vida misma. La expresión de esto incompleto que estoy
siendo es lo que me mantiene con vida. Y lo sé porque al
abandonarme en una sola cosa, me invadió el vértigo. En el borde del precipicio la
vi a los ojos, vi cómo me llevaba y yo me dejaba llevar. Pero
algunas criaturas conversamos con la muerte alguna vez, y decidimos
dejarla pagando. La vimos alejarse, mientras corríamos, pero también
notamos que nunca dejó de caminar. Un día me alcanzará, a lo mejor
antes de lo que la espero. Y mientras tanto, cuido mi avanzar, mi
motor, mi deseo peatón, mi fugacidad. Porque ya no estoy segura de
que el tiempo exista, pero sí mi urgencia de tener el suficiente
para compensarme algo… al menos un poco de las veces que me olvidé
de mí misma.
Ese
deseo peatón es el que me mantiene viva. Es
un simple caminar, a veces literal, sin faro, solo caminar. Algunas
criaturas no funcionamos con grandes objetivos, hacia los que vamos
por el camino más eficiente. A veces tenemos que ir desmalezando,
porque nadie más recuerda haber pasado por allí. Ni siquiera
esperaremos a alcanzar ningún “nivel”, para empezar, para hacer,
porque urge vivir. Felicito a quienes ejecutan paso a paso su plan
magistral de vida, pero sepan que no hay una única manera de hacer
las cosas. Algunos seres no amamos tanto la lectura como la
escritura, y es que nuestro vínculo con cada cosa o actividad es
singular, singularísimo, escucho por allí decir a mi psicoanalista.
Algunos seres no soportamos empezar un libro por el prólogo, ni
tendremos el aire acondicionado después de revocar la pared.
Simplemente en lo inmediato encontramos cuál es el siguiente paso,
cuál es la guía que necesitaré para la siguiente etapa.
Simplemente es otra
sabiduría, es otra
manera de andar.
Dicen
que quien mucho abarca poco aprieta. ¿Será que yo prefiero abrazar
mi vida y no estrangularla? Aprendí de mi padre a sacarme etiquetas,
entre otras cosas. Aprendí de mi madre que no debo hacer las cosas
solo porque el resto las hacen, entre otro tanto. Aprendí de mí,
que el camino trazado, el camino que se presenta razonable y neutral,
el mejor, el del ganador, siempre con o, es una trampa mortal para
nunca transitarlo, para morir en la mismísima parálisis. Y como si
no fuera suficiente batallar el miedo personal instaurado, están
quienes militan abiertamente el terror a que te conozcas, a que sepas
cuán diversa podrías ser, en innumerables aspectos de la vida, temiendo que quede expuesta su cómoda cobardía.
Desde cachorra experimento el serrucho de la binaridad
centro-periferia. No es necesario aclarar dónde sigo estando, ni que
aborrezco las élites de todo tipo, pero apenas hoy comienzo a
comprender sus reales implicancias, la fragilidad desde el inicio y
la hipocresía protocolar. “Ladies and gentlemen, and (some)
others”, con disposición a recortarse, a vedar partes, a no
conocerse nunca, podrán conocerme hasta donde se conocen, y ya lo he
aceptado. Aunque desde aquí, ha ocurrido a su vez, una
re-significación de mi admiración, pues se trata hoy de una
admiración basada en compartir el esfuerzo, toparse con piedras
comunes. Pero, a ver, ¿a dónde vas con todo esto? Pues, quién
sabe… A quien quiera acompañarme en este viaje hacia un afuera
incierto, le doy la bienvenida.
Dudo
mucho que exista un “para”. Desconfío de sus predicantes, porque
pienso que algo me quieren vender. O alcanzar el reino de los cielos,
o vender más discos, o ser feliz, o trascender, o… Si es dudoso
que mi vida tenga un “para”, resisto hoy con vehemencia “tener
que ser algo”. Puros intereses comerciales. Aunque por momentos me
crea en un simple aprendizaje axis leo-acuario, nunca falta la
sociedad metiendo bocado, con sus propios intereses. Pues aunque
comprendo, defiendo y habito (como me sale) mi unicidad, no veo para
nada negativo parecerme al colectivo. Al cual pertenezco no por
responder a determinados estereotipos, sino por momentáneas
coincidencias con mis senderos. La exigencia externa de deber ser
original, es justamente externa y va cazando posibles negocios. En mi
viaje por supuesto amaré verme en la mayor cantidad de espejos
posibles, reconociendo alguna raíz que me cuente más de mí y del
mundo, diluyendo un poco la innegable soledad.
Todo
muy fantástico, pero, ¿te pensás que vas a poder salirte siempre
con la tuya? Pf, claro que no. Es solo que encontré un pliegue en el
cual sobrevivir, nacido del buceo Entre mi trabajo y mi lugar
favorito en el mundo, y que al mismo tiempo me permite ir poco a poco
desenredando mis partes fundacionales colonizadas. Consiste en
algunas pocas posibilidades que discurren Entre lo que yo quiero y la
forreada de la Otredad, el sometimiento a sus mandatos. No se trata
de una negociación, aunque hay quienes pueden pensar que se parece a una. Se parece más a un caldo de cultivo, a una caja de Pandora, al
Jara, a los cauces de la creatividad. Coincido con el Flaco, en que
es un camino hacia la paz de la tierra. Desde aquí, desde este
Entre, escribo estas palabras, y voy cantando, y voy sobreviviendo, y
voy amando.
Estas
palabras contienen simultáneamente otra relación novedosa para mí
con esa Otredad. Es casi una invitación. Una invitación a dar los
primeros pasos, a quienes sienten que hay senderos vedados y ni
siquiera recuerdan quién o qué se los robó. También es una
invitación para quienes en su inmediatez, eligen oler esta flor con
los ojos cerrados, y descubrir qué traen algunos nuevos senderos
abriéndose. Y, por qué no, una invitación a luchar (o resistir) un
rato a la par.
03-02-2019
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