Baño de amor (incluye receta)
Foto: Molyta |
Para
este baño de amor se necesita despojarnos. Habrá quien piense que
debe despojarse de expectativas, o del aferro a los deseos que alguna
vez tuvo. Habrá quien piense que debe despojarse del mundo. Habrá
quien piense que debe despojarse de sus recuerdos. Habrá quien
piense que debe despojarse de la necesidad de entender todo lo que
pasa y pasó. Habrá quien piense que debe despojarse de la necesidad
de garantías, o de la sensación absurda de orgullo, o de la cárcel
del rencor. Habrá quien piense que debe curarse de las canciones
compartidas. Habrá quien piense que debe curarse del filo hiriente
de la ausencia y sus silencios. Habrá quien piense que es hora de
enfrentar los fantasmas detrás de todos los escapes químicos y
psicológicos a los que se acostumbró. Habrá quien piense que debe
librarse de sus irresponsables arrebatos, o los frecuentes
malentendidos. Habrá quien piense que debe despojarse de
inseguridades. Habrá quien piense que, por el contrario, debe
abrazarlas, y despojarse de la idea de que no deben existir. Habrá
quien piense que necesita abandonar por fin la postergación, la
espera hasta tener tiempo, la espera hasta que las condiciones y las
posiciones astrales sean las adecuadas. Habrá quien piense que debe
despojarse de trabajos de magia negra. Habrá quien piense que debe
aceptar que no siempre se puede decir adiós como nos gustaría.
Habrá quien deba admitir que el amor será finito la mayoría de las
veces. Habrá quien piense que necesita pedir la explicaciones que
nunca se permitió pedir. Habrá quien piense que debe despojarse de
la fantasía de ser un ser acabado, o completo. Habrá quien piense
que debe despojarse de la necesidad narcótica de los patrones de la
infancia. Habrá quien piense que debe despojarse de su miedo a
ser feliz. Habrá quien reconozca
que necesita un baño de ruda, lavanda, cascarilla
o albahaca en la noche del martes. Habrá
quien claramente prefiera, en su lugar, bañarse con jabón de coco.
Habrá quien sienta que necesita prender incienso en
su casa por
nueve viernes consecutivos. Habrá
quien sienta que lo que le hará bien son las meditaciones guiadas
para heridas emocionales, o para abrirse camino en el amor. Habrá
quien encuentre que lo mejor es escuchar mantras, meditar o hacer
aromaterapia. Habrá quien prefiera acompañarse
algunas noches con una piedra de obsidiana nevada para
su recuperación personal. Habrá
quien considere que lo mejor es ponerse agua bendita durante 40 días.
Habrá quien sienta que debe decir, decir eso que no se dice. Habrá
quien sienta que debe orar con mucha fuerza a sus ángeles
guardianes, o a quien pueda depositarle su fe,
para
empezar a sanar emociones, o
para abandonar el miedo a que vuelva a
sucederle
lo mismo que siempre le causa dolor.
Habrá quien sienta que debe descartar cosas, cosas que simbolizan.
Algunas de las que simbolizan lo que anuda: las manos, la garganta,
el pensamiento, el corazón. Y algunas de las que no. Para este baño
de amor, se necesita despojarnos.
De
las muchas posibilidades que habrá para hacer un baño de amor, de
miel y flores, contaré aquí un proceder, muy personal, aunque
efectivo. Está destinado a esa falta de fe en el amor, para cuando
el corazón está cansado, para cuando parece que la felicidad se ha
ido, se ha esfumado. Se recomienda tomar todo aquello que tenga
sentido, todo aquello que sea sentido. Terminado nuestro despojo,
este baño de amor se realizará durante tres viernes consecutivos
(para invocar a la diosa Venus) al caer el sol, entre las seis de la
tarde y hasta las doce de la noche. Aunque hay otras recetas que
recomiendan hacer el baño durante tres días consecutivos empezando
un viernes. Por otro lado, si la persona se considera muy lunar, hay
quienes recomiendan hacerlo durante cuarto creciente.
Este
ritual necesita calma, que tengamos el tiempo suficiente, y que nadie
nos interrumpa. Se puede empezar prendiendo tres velas que
acompañarán el ritual: una blanca, una rosa con olor a rosas y una
roja con olor a frutilla. Si no contamos con estas velas aromáticas,
podrían elegirse para acompañar a las velas, en su lugar, esencias
de hornito, o sahumerios de miel, canela, patchouli, musk, jazmín o
reina de la noche. Las velas una vez encendidas, ya no se apagan más
hasta que se consumen por completo. Acá recomiendo entonces que
calculemos bien el tiempo que vamos a estar en casa. Hay quien dice
que las velas deben encenderse con fósforos, y estos fósforos no se
apagan soplando, sino simplemente agitando la mano. Cuando termine el
ritual, los restos de vela pueden tirarse a la basura. Colocamos una
gran olla con cuatro litros agua corriente al fuego máximo,
agregando apenas un chorrito de agua bendita. Si esto hace un poco de
ruido por cuestiones de religión puede evitarse, pero desde mi punto
de vista es vital en la receta. Colocamos entonces una ramita de
canela, siete clavos de olor, los pétalos de tres rosas: una rosa
rosa para la ternura, el romance, la dulzura y la afinidad, una rosa roja para
la pasión y la atracción física, y una rosa blanca para la pureza y la
honestidad. Si no es posible encontrar rosas de los tres colores, se
puede utilizar tres rosas del mismo color. Luego, agregamos tres
cucharadas soperas colmadas de miel de abejas. La miel puede ser más
sólida, más líquida, da igual. A veces puede ser simplemente la
miel que se nos ofrezca. En mi caso, iba por la calle y un chico con
una caja se me acercó y me ofreció miel que él mismo producía en
su campo. Bueno, sigamos. Se hierve la preparación por quince a veinte minutos con
la olla tapada. Luego puede agregarse una copa de una bebida
alcohólica a elección, alguna que nos de las notas que nos gustan,
que tengan que ver con nuestro propio corazón. La receta original
recomienda un vino blanco, un vino rosado, o un champagne. Yo elegí
un champagne rosado, bien pinot dicen, llamado “Rosa de los
vientos”, por mi aproximación a la astronomía diurna, por la
pulsión de recorrer nuestras tierras y culturas, por mi afinidad con
personas con mente abierta, con visión remota. Usé una copa nueva,
que vino a reemplazar una que formaba parte de un par y que rompí
muy tontamente. Se sigue calentando hasta que se rompa nuevamente el
hervor, lo que puede tardar de tres a cinco minutos. Se apaga el
fuego. Se puede agregar un poco de nuestro perfume personal a la
preparación. El olor de este baño es delicioso e inunda
maravillosamente todo el lugar. Se deja reposar hasta que baje la
temperatura (unos treinta a cuarenta minutos) y sea posible pasar la
preparación por un colador y recogerla en un recipiente. El resto de
material que quedó en el colador puede descartarse en la basura, o
usarlo como abono. Una vez colocado nuestro baño en su recipiente,
hacemos una oración, la que más nos guste, una que tenga sentido,
dirigida a alguna divinidad, o a lo que queramos. En la receta dicen
que debemos decir tres veces nuestro nombre y luego rezar tres
padrenuestros, tres avemarías y un gloria, otros dicen solo un
padrenuestro y otros una oración a San Antonio o al arcángel
Chamuel. Podemos también pedir que interceda algún ser querido que
ya no está. Esto depende de cada persona. El total del volumen del
baño lo vamos a fraccionar en tres, para usar aproximadamente un
litro por cada vez que nos damos el baño, calentito, y su
conservación la haremos en la heladera.
El
baño se realiza luego de darnos una ducha normal con nuestro
shampoo, jabón, etcétera. Una vez que terminamos de bañarnos
normalmente, ahí mismo en la ducha, vamos a colocarnos nuestro
preparado por todo el cuerpo. Hay quienes recomiendan que solo se
realice desde el cuello hacia los pies, pero como yo hice un
recorrido por toda mi piel con especial énfasis en cada chakra, fue
necesario pasar por la coronilla. El principal conflicto surge porque
el baño puede resultar muy pegajoso para el pelo. Una vez colocada
la preparación, se deja de uno a tres minutos. Durante esos minutos
se debe meditar en el amor. Si es algo que nos ha costado mucho el
último tiempo, podemos tomarnos más tiempo, y visualizar cómo una
luz rosa sale de nuestro corazón, pidiendo al Espíritu Santo que
nos ayude a perdonar y perdonarnos todo lo ocurrido. Algunas personas
en esa meditación también visualizan a la persona que desean a su
lado, con todas las características que desean, o la persona con la
que ya están y desean mejorar esa unión. Terminado este tiempo, nos
retiramos de la ducha, nos secamos al aire, sin usar ninguna toalla,
y con una ropa muy liviana nos vamos a dormir y nos lo dejamos toda
la noche. Hay quienes dicen que puede darse un enjuague con agua
antes de salir de la ducha, más que nada por los restos de la miel.
Si queda algún volumen restante de la preparación luego de los tres
baños, se puede tirar fuera de la casa, a algún jardín o árbol, o
directamente al drenaje. Si no se desea tirar, se puede poner en un
atomizador y rociarlo por toda la cama y las almohadas todos los días
hasta que se acabe. Dicen que este baño se puede hacer una vez cada
tres meses.
Hablemos
un poco de lo que podemos esperar que ocurra. Esta experiencia es muy
personal, pero aquí les va algo. Durante la primer semana se puede
experimentar una gran libertad. De alguna manera, se hace cada vez
más fácil mostrarnos al mundo, mostrar lo que somos, las cosas que
amamos, los sueños que iluminan nuestros ojos. Sentimos la comodidad
de estar en nuestra piel. Brillamos con una luz propia cada vez más
nítida, y hacia el final de la semana personas que jamás nos
hubieran vuelto a ver nos descubrirán en la multitud. Luego del
segundo baño, simplemente las cosas fluyen y fluimos con ellas. Los
abrazos, el sexo y los besos, bullen como fuente termal. Podremos
alcanzar conexiones increíbles con personas increíbles a niveles
increíbles, aunque necesitaremos reafirmar nuestros despojos,
fundamentalmente aquellos que nos liberen de prejuicios y
expectativas. Luego del tercer baño, puede aparecer el otro en su
otredad. Allí tendremos la oportunidad de verle en su esplendor de
diferencia. Allí podremos experimentar el afecto, podremos ver
algunas heridas, y desearemos ofrecer todo nuestro amor y vendajes
para su curación. Podremos ver a la magia en acción, que minuto a
minuto te recordará que existe, en un cuerpo frágil y ordinario,
pues aparecerán los rasgos que amabas en el fondo descarnadamente.
Al finalizar este período los resultados pueden variar. Solo quiero
advertirles que si la conexión no se continúa no es que
necesariamente dijimos o hicimos algo mal. Debemos aceptar que no
todos los vínculos son posibles en cualquier tiempo. Aquí viene un
nuevo despojo final, que nos permitirá abandonar ideas de culpa, por
la no continuidad de la relación, y perdonar, y perdonarnos. No
podremos elegir lo que nos pase, pero podremos tomar la decisión de
qué hacer con eso que nos pase, por nuestro bien y el de la otra
persona.
Muchas
de las personas que amé, siguen pensando que el amor es un juego.
Piensan incluso que en ese momento jugué mis cartas
magistralmente. Me lo han dicho. Pero no es así, solo me supe
sensible al otro y a mí. Y no digo esto por falta de modestia.
Simplemente nunca me pareció un juego, y me molestó mucho que
quisieran que entrara yo en un juego, como contrincante, o como
juguete, o como trofeo. Aborrecería incluso saber que eligieron
pensarme como lección de vida, en lugar de un otro con quien
compartir y crecer. El amor no es conseguir nada, ni la felicidad. No
es extractivista, pues es un regalo. Un regalo que se da, un regalo
en el que va siempre un pedacito de nuestro corazón. Quien piense
que este baño es para atraer el amor, le diré que no es
precisamente mi idea. Este baño, como el amor mismo, busca abrir el
camino desde el interior. El amor no se atrae, se escapa. Este baño
despierta la calidez desde lo profundo en el medio de una fría y
resignada desesperanza. Este baño de amor y endulzamiento invoca una
sabiduría interior, una intuición, para que el amor pueda salir, y
ofrendarse nuevamente, para quien ya conocemos, para quien iremos a
conocer, para una pareja, o un familiar o una amistad, o una planta o
una mascota. Este amor que se siente, es universal, y se brinda sin
más.
Si
alguien se quedó con la idea de que de todos modos, siempre se puede
aprender de lo vivido y sacar provecho de eso, sepa que sí. Pero eso
no es amor por un otro, es la casi inevitable filosofía que nos
acompaña. Puede haber regalos, claro, pero no siempre. Que quien
amamos sea capaz de perdonar nuestros errores, sea capaz de
abrazarnos y sostenernos en nuestras batallas. Que desee regalarnos
su amor. Puede haber regalos, claro, pero no siempre. Y jamás se
tratará de que los haya, por más que el ego rezongue y patalee.
Será cuestión únicamente de saber agradecer ese tiempo compartido,
la profundidad alcanzada, la fortuna del mero encuentro, por más
atomizado y efímero que resulte en estos tiempos. De atesorar ese
beso que te perfora la mejilla y te destroza toda mundaneidad.
Mucha
suerte y espero que les haya gustado este baño de amor. Recuerden que pueden modificarlo a su gusto y espiritualidad. No dejen de
contarme si lo probaron y cómo les fue.
28-06-2019
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