Entradas

Mostrando entradas de junio, 2018

Ámbar

– No estoy enamorado. – ¡Ay! ¿Qué es eso? – No siento amor. Yo quería sentirlo también, pero no me ocurre. – ¡Ay! ¡Basta! ¡Me duele! ¡No puedo moverme! ¿¿Qué está pasando?? ¿me rompo? Entra mucho frío ¿Dónde estoy? – Pero te tengo muy cerca de mi corazón. – ¿Qué? ¡ay! ¿Me hablás a mí? Todo es tan vítreo y… naranja ¿Podés oírme? ¿hola? ¡¡¿hola?!! ¡Me estoy cortando y me duele! ¿Podés decirme qué estoy haciendo aquí? ¡Eh! ¡eh! ¿Podés oírme? ¡hola! ¡¡hola!! ¡eh! ¡¡eh!! Es inútil ¡Cómo va a escucharme si ni siquiera puedo mover mis labios para hablar! Me pregunto qué es este lugar, y desde cuándo estoy aquí. No puedo recordarlo. – Y admiro mucho tu personalidad. – ¡Ay! ¡¡Basta, por favor!! ¿Qué estás haciendo? ¡Uf! ¿podés terminar con esto? ¿Qué le pasa a este grandulón? ¿No se da cuenta de que me quiebro cada vez que habla? Quisiera saber cómo fue que llegué aquí. Todavía no me lo explico. Tampoco recuerdo dónde estaba antes. Dónde… Aunque no puedo moverme siento un bal...

12 de febrero

Diez años. Diez años de esa primera mirada. Diez años, ¿qué son? Para el universo, pff, ¡nada! Para mí, el tiempo de una historia que se me hace vida pura, presente puro, porque desde siempre, desde aquella primera mirada, amenaza con terminar. Para mí, el tiempo de una historia tan fantástica como intensa, tan hermosa como dolorosa, tan fuerte como un árbol que sigue de pie a pesar de las tormentas y las pesadillas. Para vos…, bueno, para vos, quién sabe. Ya puedo olfatear tu desagrado porque sigo siendo la misma melodramática de siempre, tu desagrado porque estas palabras caen en algún momento poco oportuno o porque simplemente no las esperabas… o quién sabe, quizás, a pesar de todo, te sigan alegrando el corazón. Como sea, igual, me encanta tu cara cuando logro sacarte de quicio, ja,ja. Como describe un libro que leímos, como buena teatrera incurable recapitulé algunas coincidencias fantásticas para esta historia. Por supuesto, para que pase casi cualquier cosa en...

Dragona

Entramos de urgencia al Instituto Central de Medicina. Lo último que recuerdo es la voz de Yudith diciéndome: – Amiga, ¿estás bien? – . Estoy aturdida en una silla de ruedas que vuela, a la que mis manos se aferran con instinto de supervivencia. Entre mis piernas, un escalofriante mar rosa. Apenas entiendo lo que sucede, siento el frío y lo metálico del momento, mientras decenas de puertas se abren delante de mí. Siento un dolor agudo, brutal, que de tan fuerte parece surrealista. Todos los colores brillan como queriendo decir algo. – ¿Y mi beba? – balbuceo. En un mareo difuso siento el ataque de agujas que me pinchan. Estoy en una camilla y me conectan sondas y cables hasta lograr asemejarme al instrumental del lugar, con lo único que tengo un lazo real allí. Huelo ese olor impersonal de hospital, lloro y pregunto de nuevo por vos. Muero de miedo y te abrazo hasta donde las sondas y el dolor me dejan. Siento que te pierdo, mi amor. Rostros y fluorescentes que me miran, se miran entr...

Las flores de Rusia

Fuimos caminando a tu jardín sin tomarnos de la mano, pero eso era una cuestión de tiempo. Apenas alumbraban las pocas luces que habían allí. Apenas había paz en ese lugar. Estaba toda en tus pasos, claramente, pues mi corazón no podía con tanta novedad. Fuimos recorriendo cada placa blanca, leyendo cada país y su flor. Dijiste risueñamente que faltaba la de Rusia, y que seguramente eso se debía a que no era un país de paz. Reímos y yo te expliqué bromeando que faltaba simplemente debido a que no había flores ahí, porque hacía mucho mucho frío.  —¡Sí hay flores en Rusia! —exclamaste, con tono de profesor casi indignado. —¡No! ¡No hay! ¿No ves que hace demasiado frío? Por eso no hay —seguí diciendo mientras caminaba sin poder aguantarme la risa.  Buscarlas en Internet no sirvió de mucho. Yo me divertía replicando que tranquilamente podía tratarse de fotos tomadas en cualquier lugar, y no me constaba su procedencia. No muy conforme con mis ridículas conclusiones, e...